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American Pie en la Toscana
La actitud lo es todo
El domingo pasado me convertí en ese “viejo” al que yo criticaba cuando, con 20 años, veía a un cuarentón colarse en una discoteca de universitarios.
No, no salí a ninguna discoteca ni nada parecido, sino que terminé con un grupo de jóvenes americanos visitando unas bodegas por la Toscana.
La Toscana y sus vinos: 10
Organización del Tour por los viñedos: 0.
Para que te pongas en situación, en la segunda bodega nos recibió un encargado que se autoproclamó el Willy Wonka italiano. La verdad es que tenía un aire similar y nos prometió enseñar los secretos de la “fábrica” del vino.
Así, sin anestesia.
Y claro, todo empezó a ir cuesta abajo.
Muyyyyyy cuesta abajo.
En un momento dado, me vi rodeado de universitarios gritando, bebiendo vino igual que si fuera cerveza y jugando a un trivial pursuit del vino para que “Wonka” les sirviera más cantidad.
Mi momento estelar fue cuando, volviendo al autobús, un grupo de chicas altamente alcoholizadas necesitó mi ayuda para no despeñarse por un terraplén.
Sus vestidos eran mucho más apropiados para el baile de fin de curso que para una visita campestre a un viñedo, y yo fui lo más parecido a un capataz que lograron encontrar.
He debido hacer algo muy malo en una vida anterior.
En mi defensa, diré que la organización del tour nos metió un gol por toda la escuadra.
Supuestamente, el plan era ir en grupos reducidos, con un guía en castellano y visitar dos bodegas para degustar los vinos y aperitivos típicos de la zona.
Ese fantástico plan se transformó en un grupo de 60 americanos recién salidos de los Hamptons, que nos miraban como vacas al tren, con una guía que sólo hablaba inglés y que daba sus explicaciones de las bodegas leyendo directamente del iphone.
Sin disimulo, porque a su público la verdad es que le daba bastante igual.
Nuestra presencia desentonaba más que dos noruegos en Nigeria por lo que sólo teníamos dos opciones: fastidiarnos el día por el engaño sufrido o tratar de sacar lo mejor de una situación desagradable y reirnos un poco.
Elegimos las risas.
Y la verdad es que, al final, nos lo pasamos muy bien.
Hicimos migas con una pareja italiana, que sin ser de nuestra quinta no les doblábamos la edad, y nos dedicamos a disfrutar de nuestra versión particular de American Pie.
Allí estaba el quarterback guaperas rodeado de su séquito, el amigo menos agraciado pero más gamberro, la guapa que sabe que lo es y la juerguista que no para de pedir más y más vino como si no hubiera un mañana.
Las 5 horas y media del tour se me pasaron en un suspiro y, al final, resultó ser el colofón perfecto para un fin de semana inolvidable en Florencia .
En la vida siempre nos encontraremos con imprevistos, giros inesperados e infortunios con los que no contábamos.
Ante ellos, puedes lamentarte de tu mala suerte y convertir una situación mala en una peor, o puedes tratar de afrontarla con la mejor actitud posible.
Porque, al final, la actitud en esta vida lo es todo, y muchos problemas los magnificamos nosotros mismos por no afrontarlos de la mejor manera posible.
¿Que no era el viaje que habíamos reservado y pagado? Ya, pero eso no lo podíamos cambiar, y en cambio sí podíamos disfrutar del buen vino, la (escasa) comida y redescubrir por qué nos reímos tanto de American Pie hace 20 años.
Qué demonios, si hasta me cayó bien al final el Willy Wonka italiano.
Te leo.
Iñaki Arcocha
P.D: Si tenéis ocasión, no os perdáis una visita a la Toscana que merece muchísimo la pena.