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Tú ya sabes la Verdad
Tan sólo tienes que escucharte
En los años 80, el Museo Paul Getty de California vivió una historia digna de película.
Un marchante de arte contactó al museo para venderles una joya: una estatua griega del siglo VI a.c.
Un kouros o figura de mármol que representaba a un hombre de pie en perfecto estado de conservación.
Dada la rareza de una estatua tan antigua y bien conservada, el museo se interesó de inmediato.
Obviamente, lo primero que hicieron desde el museo, fue encargar un exhaustivo estudio para verificar la autenticidad de la pieza.
Al fin y al cabo, 10 millones de dólares (de aquella época), no se pagan todos los días por mucha pieza valiosa que sea.
La investigación fue tope gama: espectometrías, microondas, rayos x, fluorescencias, microestracciones….
Todo el kit completo sin escatimar en gastos.
Nada era demasiado para comprobar la autenticidad del mármol y garantizar que el desgaste correspondiera a una obra de más de dos mil años de antigüedad.
Un año y medio se necesitó para conseguir un veredicto: el kouros era auténtico.
El museo adquirió la obra y, después de una campaña publicitaria por todo lo alto, la presentó al público con orgullo.
No sabían la vergüenza que les venía encima.
El mismo día de la presentación, muchos arqueólogos se pasaron a visitar el museo.
Y uno de ellos, en tan sólo tres segundos, se dio cuenta que esa estatua griega jamás había estado enterrada.
Mucho menos el tiempo que lo habría estado una obra del siglo VI a.c.
No podía ser auténtica.
El experto se llamaba Federico Zeri, famoso historiador de arte, que instintivamente sintió que la estatua “no estaba bien”.
No podía explicarlo en términos científicos pero estaba seguro de contemplar una falsificación.
A esa primera voz discordante se le fueron sumando otras más, cuestionando el estilo y ciertas irregularidades en la escultura.
El museo, ante la presión creciente, abrió una nueva investigación en la que finalmente se descubrió el pastel.
La estatua era una falsificación, una pieza moderna cuyo valor real apenas llegaba a unos cientos de dólares en materiales.
El museo tuvo que sufrir el escarnio público y no recuperó la inversión al haber formalizado la compra después de una investigación exhaustiva aunque errada.
Lo más increíble es, que ya sea por las apariencias o por tratar de limitar el daño, mantuvo la estatua expuesta durante años bajo la etiqueta de “ autenticidad incierta”.
Una de las mayores estafas arqueológicas de la historia, destapada por una rápida intuición de apenas unos segundos.
No te voy a decir que todas las intuiciones sean certeras y ni mucho menos, que actúes en tu vida sin pensar.
Pero sí es cierto que muchas veces sufrimos de parálisis por análisis.
Retrasamos el momento de ponernos en acción porque queremos darle una vuelta más.
Echar otro vistazo para estar, por fin, seguros.
Y a esa vuelta, le sigue otra y acabamos en un tiovivo.
La mayoría de las veces es mucho más sencillo que todo eso y se trata simplemente de dar el primer paso.
A ese le seguirá otro y así sucesivamente.
¿Te equivocarás por el camino? Dalo por hecho.
¿Dudarás en el proceso? Ohhhhhhhh sí.
¿Aprenderás más de lo que te imaginas? Puedes estar seguro.
No hay nada peor en esta vida que quedarte parado sin hacer nada y vivir con la duda de lo que pudo ser y no fue.
Ninguna prueba, evidencia ni acto divino te dará la seguridad que necesitas para avanzar sin miedo.
La buena noticia, es que la mayoría de las veces, tú ya sabes lo que tienes que hacer.
Confía en tu instinto.
Confía en ti.
Te leo.
Iñaki Arcocha
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