Belleza Imperfecta

Esta semana he aprendido un término nuevo: wabi-sabi.

Que, a no ser que te guste mucho la cultura japonesa

-y no me refiero al sushi-,

tampoco te va a sonar demasiado.

Como muchas expresiones japonesas, no tienen traducción directa al mundo occidental.

Sería algo así como la belleza de lo imperfecto, lo incompleto, lo efímero.

En la arquitectura y diseño japonés está presente por todas partes.

Una cerámica agrietada y reparada con pintura de otro color.

Unos muebles avejentados por el paso del tiempo.

Una foto desenfocada pero llena de significado.

La belleza de los productos hechos a mano reside precisamente en su imperfección.

Es lo que los hace únicas.

Diferentes.

Ninguna máquina logrará jamás dotar de tanta personalidad a un simple vasija.

¿Sabes qué otra cosa es única e imperfecta?

Nosotros.

Todos.

Tú.

Yo.

Y la vecina de enfrente.

Eso es, precisamente, lo que nos hace especiales.

Lo que nos dota de belleza.

No es nunca capacidad para hacer el bien -que también-,

sino esa tendencia innata a equivocarnos, una y otra vez, y seguir adelante.

No te enamoras de la persona que te considera perfecto,

sino de aquella que ve tus imperfecciones y, aún así, no querría estar con nadie más en el mundo.

Cuando aprendes a amar lo inacabado,

lo frágil,

lo que no para de cambiar de forma,

es cuando encuentras el verdadero significado de la vida.

Y no veo mejor manera de hacerlo que encontrándolo primero,

dentro de ti.

Te leo.

Iñaki Arcocha

[email protected]

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