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Lecciones de una Mudanza
Abraza la incomodidad
Hoy toca langosta.
No para comer, sino para reflexionar.
Las langostas son animales fascinantes.
Nadie sabe con certeza cuánto tiempo pueden llegar a vivir, ni el motivo exacto de su longevidad.
Presentan lo que se conoce como senescencia negligente.
Que, en román paladino, significa que no envejecen.
Nunca.
No se deterioran.
No pierden la capacidad de reproducirse.
Y no muestran signos de desgaste en ninguna de sus funciones vitales.
Entonces… ¿no mueren?
Sí, claro que mueren.
Pueden ser pescadas.
Pueden enfermar.
Y también pueden convertirse en presa de otros depredadores.
Especialmente cuando mudan de caparazón.
¿No sabías que el caparazón no crece con ellas?
Pues ya lo sabes.
La langosta, en realidad, es una criatura muy blanda y frágil.
Su recubrimiento duro es más una armadura que una parte de su cuerpo.
Y esa armadura no se adapta.
No cede.
Por eso, cuando la langosta crece, se siente cada vez más apretada.
Más limitada.
Más incómoda.
Hasta que no puede más.
Entonces busca un refugio entre las rocas y se deshace de esa carcasa que ya no le sirve.
Inmediatamente forma una nueva.
Que, con el tiempo, también se quedará pequeña.
Y vuelta a empezar.
Incomodidad.
Presión.
Cambio.
Ese malestar es lo que necesita para crecer.
Si las langostas tuvieran médicos, jamás crecerían.
Cada vez que se sintieran mal, les recetarían un ansiolítico y calmarían su malestar.
Dormirían mejor.
Se relajarían.
Y nunca cambiarían.
No habría necesidad de avanzar.
De progresar.
De continuar su camino.
Se quedarían siempre donde están.
Pequeñas, anestesiadas y sin haberse enfrentado nunca a ninguna dificultad.
¿Te suena?
Todos los momentos de estrés son, en realidad, una invitación al crecimiento.
Una oportunidad para dejar atrás lo que ya no funciona.
Sí, da mucho miedo.
También implica riesgos.
Nada importante en esta vida se consigue con facilidad.
Pero alternativa ya sabes cuál es….
…quedarte donde estás.
Acostumbrado a una vida que te aprieta y no te satisface.
Confundiendo seguridad con enjaulamiento.
¿Quién puede querer una vida así?
No le temas a la incomodidad.
Es la señal que estabas esperando.
Tampoco a la adversidad.
Aprende a utilizarla a tu favor.
Si algo te aprieta….no lo aguantes.
No te acostumbres a lo que ya no te sirve.
Buscar tu piedra.
Déjalo todo atrás.
Y estrena tu nueva piel.
Te leo.
Iñaki Arcocha
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