Claro que Puedes

Sólo que Aún no lo Sabes

Hay directores de cine malos, malísimos y horrendos.

También los hay buenos, geniales y extraordinarios.

Y luego está M. Night Shyamalan.

Único en su especie y por el que reconozco tener una especial debilidad.

Me encantan sus giros finales de guion, como el archifamoso final de El Sexto Sentido que nos alucinó a todos.

Su homenaje al gran Alfred Hitchcock, reservándose papeles pequeños en algunas de sus películas, es un guiño para los más cinéfilos.

Es fácil que te gusten sus grandes éxitos como El Sexto Sentido, El Protegido o Señales, pero debo confesar que a mí me encantan las menos populares como La Dama del Agua o incluso El Incidente.

Sí, lo confieso.

Yo fui de las tres o cuatro personas que la vio en el cine…..y le gustó.

Pero lo que más admiro de Shyamalan no son sus guiones originales en un mundo lleno de remakes, secuelas y precuelas.

No.

Lo que más admiro de él es su capacidad para caer y levantarse.

Después de varios éxitos consecutivos a inicios de los 2000, el director atravesó un momento muy complicado con Airbender: El Último Guerrero.

La película era una adaptación de una famosa serie de animación que le encantaba a su hijo.

¿Cómo negarse?

El fracaso fue rotundo.

La crítica la despedazó y el estudio sufrió una pérdida millonaria.

Shyamalan podrían haber vuelto a sus raíces, a su zona segura, pero decidió doblar la apuesta.

Se lanzó de cabeza al cine de acción con una súper estrella del género como Will Smith.

El resultado fue After Earth.

Segundo batacazo.

La idea de que el director estaba acabado sobrevolaba por Hollywood.

Por cierto, esa película es otro de mis placeres culpables y la veo entera siempre que la echan en la tele.

Estoy enfermo, lo sé.

Después de estos dos fiascos consecutivos, nadie quería apostar de nuevo por él.

Demasiado riesgo en un director con una propuesta tan poco convencional.

Así de efímera es la fama y así de rápido se pierde la confianza ganada.

¿Qué hizo Shyamalan?

¿Llorar y patalear?

¿Volverse más comercial para atraer a los productores?

No.

Dobló la apuesta de nuevo.

Si nadie le financiaba una nueva película, pondría él mismo el dinero para sacarla adelante.

Se lo jugaría todo para hacerla a su gusto, con su estilo y sin concesiones.

Puerta grande o enfermería.

La Visita fue el resultado.

Una película de vuelta a sus orígenes, que te atrapa desde el primer minuto y que logró recaudar más de 98 millones de dólares.

Con un presupuesto de 5 millones…..

Shyamalan volvía por todo lo grande y le dio continuidad con nuevos éxitos.

Split y Glass son buena prueba de ello.

Equivocarse y fallar es la mejor manera de aprender.

No es un cliché ni una frase hecha, sino una realidad.

Aprendemos más cuando suspendemos un examen o cuando nos echan de nuestro trabajo que cuando triunfamos sin despeinarnos.

Sabes que es así.

Ya lo has vivido.

Ningún sentimiento es comparable a esa vergüenza que sientes cuando fallas y sabes que tendrás que contarlo.

Nada quema tanto como las lágrimas de frustración por haberte decepcionado a ti mismo.

No hay peor sensación que darse cuenta de que lo que creías ser y lo que querías para ti, no se ajustan a la realidad.

Todos pasamos por ahí alguna vez y es una bendición que así sea.

Lo he contado muchas veces.

Nunca me he sentido tan solo como aquella noche en un hotel de Maracay, Venezuela, haciendo escala desde Caracas a Curazao.

Mi jefe me había llamado un par de días antes para que viajara a Caracas con urgencia.

Yo ya sabía para qué pero eso no me ayudó demasiado.

Reunión breve, recoge tus cosas y vuelve como puedas a la isla.

Era a mediados de diciembre, así que Feliz Navidad.

Lo que no sabía entonces es que esos dos terribles y larguísimo años en Curazao, serían los más importantes de mi carrera profesional.

Cuando más sufrí pero también cuando más aprendí.

Cuando todo salió mal y al mismo tiempo fue lo mejor que me podía pasar.

Hoy yo no sería la misma persona sin aquella experiencia.

¿Que si quiero repetirla?

No, gracias.

Con una vez es suficiente.

A lo que me refiero es que los reveses de la vida son inevitables.

Grandes, pequeños y medio pensionistas.

Afectarán a tu vida profesional, personal y a ambas a la vez.

Y como no puedes evitarlos, lo mejor que puedes hacer es abrazarlos como lo que son.

Oportunidades para aprender y mejorar.

Oportunidades para descubrir de qué estás hecho.

Oportunidades para comprobar que es mejor no pedirle a Dios que te eche todo lo que puedes aguantar.

Créeme, es mucho más de lo que imaginas.

Y es maravilloso que así sea.

Te leo.

Iñaki Arcocha

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