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El Diablo está en los detalles
No rebajes tus estándares
Todos hemos leído y escuchado historias sobre las excentricidades de los famosos.
Madonna, por ejemplo, exige que los retretes de su camerino sean nuevos y se destruyan después del concierto.
Katy Perry y Justin Bieber requieren por contrato que nadie les hable directamente cuando se están preparando para un evento, y Steve Tayler, vocalista de Aerosmith, siempre viaja con su mascota….que es un cocodrilo.
Muchas de estas historias pueden ser exageraciones, leyendas o puras invenciones, pero la que es totalmente cierta es la de la cláusula de los M&M de la legendaria banda de rock, Van Halen.
Van Halen exigía por contrato, en concreto en el punto 126, que en el camerino hubiera siempre una fuente llena de M&Ms, pero que no incluyera ninguno de color marrón.
Si la banda encontraba algún M&M marrón, las consecuencias para los promotores eran catastróficas. Entre las represalias se incluían el destrozo de mobiliario, retraso del concierto e incluso la cancelación del mismo.
A simple vista, puede parecer una excentricidad más de unos famosos malcriados, pero la realidad es bien distinta.
El grupo viajaba con una cantidad de material enorme para sus conciertos, mucho mayor que la de cualquier otra banda de Rock.
Además, los requisitos técnicos que exigían para poder ofrecer el mejor espectáculo a sus fans eran increíblemente rigurosos.
Por ejemplo, la cláusula 148 demandaba que hubiera enchufes de 15 amperios cada 20 pies, repartidos uniformemente por todo el escenario.
Todo el contrato estaba plagado de este tipo de especificaciones para el cuidado al máximo de todos los detalles.
Y ese era precisamente el quid de la cuestión.
Van Halen, con la cláusula de los M&Ms y otras similares, comprobaba si el promotor se había leído todo el contrato y utilizaba esto como una prueba de control de calidad.
Si el promotor no era capaz de cumplir una tarea tan sencilla como quitar los M&Ms marrones de una bolsa, difícilmente podría cumplir con los requisitos verdaderamente importantes para ofrecer el mejor concierto posible.
El demonio está en los detalles, y creo firmemente que como haces una cosa, en realidad es como haces todo.
Nos hemos acostumbrado a escribir y recibir whatsapps con abreviaturas, sin signos de puntuación e incluso sin tildes.
“Total, se entiende igual y es más rápido. ¿Qué más da?”
Pues sí que da, y mucho.
Cuando empiezas a rebajar tus estándares, es muy fácil entrar en una espiral de degradación imparable.
Hoy escribes mensajes a medias, mañana lo haces en los emails y, pasado mañana, en los informes del trabajo.
¿Cuántos emails leemos en diagonal o respondemos cadenas de mensajes sin haberla leído entera completamente?
Lo que no nos damos cuenta es que esta dejadez en los detalles es nuestra carta de presentación al mundo y una muestra de nuestro nivel de autodisciplina.
Cuando cuidas hasta los más mínimos detalles, estás enviando el mensaje de que cuidarás mucho más de lo que realmente importa.
Nunca tenemos una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión.
Te leo.
Iñaki Arcocha