Abrir en Caso de Duda

Todo Cobrará Sentido

El otro día fue el mejor día de mi vida.

Bueno, igual me he venido un poco arriba… pero sin duda fue de los mejores.

¿Qué pasó?

Nada, una tontería.

Sólo que mi hijo Ander me dijo que no quería ir a la universidad.

Tiene siete años.

Y lo tiene claro.

Clarísimo.

Cristalino.

La personalidad que tiene este chaval es otro nivel.

Que sí, que sí, que soy su padre y voy con babero cuando hablo de mis hijos.

Pero no por eso deja de ser menos cierto.

Cuando lo escuché, lo primero que hice fue sonreír.

Y lo segundo preocuparme un poco.

No te voy a engañar.

En esto, como en muchas otras cosas, estoy chapado a la antigua.

Sinceramente, prefiero que mis hijos vayan a la universidad.

Obviamente tampoco es que me quite el sueño en estos momentos.

Es un niño y de aquí a entonces cambiaría de opinión mil veces.

Y el mundo en el que vivimos ni te cuento.

Lo que me llegó al alma, en realidad, no fue su decisión.

Sino la razón que me dio:

Aita, yo quiero ser de banca y luego YouTuber.

Como tú.

¿Eso que me cae por la mejilla es una lágrima?

Se me ha debido meter algo en el ojo.

No me eché a llorar por el canto de un duro.

Me dejó sin palabras por no decir otra cosa.

A sus ojos de niño, su padre primero se ha dedicado a la banca y luego a subir vídeos en YouTube.

Y él quiere hacer lo mismo.

Su hermano, Iñaki, se unió a la fiesta.

Banca y YouTubers.

Los tres juntos.

Siempre digo que ser padre es el trabajo más ingrato y difícil del mundo.

No tienes libro de instrucciones.

No sabes si lo estás haciendo bien.

Sospechas continuamente que, de hecho, lo haces todo mal.

Y vives una preocupación constante.

Peeeeeeero… y es un gran pero… no quieres estar en ningún otro sitio del mundo.

Porque de vez en cuando, recibes una señal.

Una que te dice que vas por el buen camino y que estás consiguiendo lo más importante.

Que tus hijos sean felices.

Mierda, se me ha vuelto a meter otra cosa en el ojo….

¿Por qué te cuento todo esto?

Porque cuando te enfrentas a lo desconocido, las dudas aparecen.

Es lo normal.

Incluso necesario.

Porque sólo así te vas a esforzar y perseverar para poder avanzar.

Durante mucho tiempo avanzarás sin saber lo que estás haciendo.

Planteándote abandonar o desviarte en la primera salida que encuentres.

Hasta que un día, si realmente merece la pena, las piezas terminarán encajando.

Las dudas desaparecerán.

Y todo quedará tan claro como las opiniones de mi hijo Ander.

Al menos durante un tiempo.

Yo sigo dudando a cada paso del camino.

Pero ahora, cuando me siento perdido, me acuerdo de esa conversación con mis hijos.

Recuerdo la cara de Ander.

La mirada cómplice de su hermano Iñaki.

Lo que yo sentí al escucharles.

Y se me pasa.

¿Cómo no se me va a pasar?

Descubro que todo el esfuerzo merece la pena.

Que todo tiene sentido.

Ahora, sólo falta que empieces a creértelo tú.

¿Empezamos?

Te leo.

Iñaki Arcocha

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