El Valor del Silencio

Nunca tengas miedo de alzar la voz

El otro día me encontré con un estudio que me encantó.

Más representativo de los tiempos que corren, imposible.

Se trataba de una encuesta a un grupo de personas segmentadas por nivel de conocimiento.

Tres niveles:

Los sabios y prudentes.

Los necios e insensatos.

Y la persona promedio.

La pregunta era muy sencilla:

¿Cuánto crees que sabes?

Así, en abstracto.

Sobre la vida, sobre todo en general.

Los más inteligentes declaraban saber muy poco sobre todo lo que podrían saber.

El promedio, haciendo honor a su nombre, pensaba que sabía más o menos la mitad de todo.

Y los más imprudentes -los de menor conocimiento real- aseguraban saberlo prácticamente todo.

La osadía de la ignorancia en funcionamiento.

La demostración palpable de lo que vemos y leemos a diarios en las redes y los medios de comunicación.

Este fenómeno tiene un nombre.

En estos tiempos, todo tiene su etiqueta.

Efecto Dunning-Kruger.

Por el que las personas con menor conocimiento sobre un tema son las que más tienden a hablar de más.

El cuñado de toda la vida.

Y no sólo eso.

También explica lo contrario:

que las personas con mayor capacidad y competencia suelen subestimarse y exponerse menos.

El temor de Dios que algunos llaman prudencia.

Tan mal me parece desperdiciar la oportunidad de quedarte callado para no demostrar que eres imbécil,

como no aprovechar las que te surjan para arrojar un poco de luz a las tinieblas.

Si tienes una posición formada,

¿por qué no expresarla?

Si tienes unos valores sólidos,

¿por qué no hacer gala de ellos?

Si vives rodeado de estupidez e injusticia,

¿por qué no levantar la voz en señal de protesta?

La autocensura es el mal de nuestros días.

Alimentado por la ignorancia y cobardía de la masa.

Al disidente, ni agua.

Al que se salga del guión, se le silencia.

Pero no tiene por qué ser así.

No debe ser así.

El incompetente no es consciente de su propia ignorancia.

No sabe lo que no sabe.

Ni se lo plantea.

Tienen que ser los sabios los que, venciendo su natural humildad,

alumbren el camino de los demás.

Con todo y contra todos.

Todos podemos elegir:

Seguir siendo unos ignorantes bocazas,

o dedicarnos al conocimiento, sabiendo que es un camino sin fin.

Para cuando llegue el momento,

hablar bien alto, sin miedo y sin vergüenza.

Porque ya no hablarás para escuchar el sonido de tu voz,

sino para que cada silencio

cobre su merecido sentido.

Te leo.

Iñaki Arcocha

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