Elige Bien

Adam Sandler.

¿No te gusta?

Te confieso que a mí tampoco.

Casi ninguna de sus películas me ha hecho gracia.

Su humor no es el mío.

Al mismo tiempo, es un tipo que me cae bien de manera natural.

Me parece buena persona.

Y lo es.

Cuando recibía clases de interpretación en New York,

uno de sus profesores le invitó a una cerveza.

Nada más entrar en el pub, le soltó a bocajarro:

Adam.

Tienes que pensar en otra cosa.

No tienes talento.

La actuación no es para ti.

No pierdas el tiempo en un sueño imposible.

Boom.

Sandler se tragó el sapo y continuó su camino.

Años después, siendo ya una estrella internacional,

la diosa de la casualidad quiso que se encontrara con el mismo profesor en el mismo bar.

Se acercó con sus amigos y dijo:

Chicos, este es el único profesor que me invitó a una cerveza durante mis años de estudio. Brindemos por él.

Muchos habrían aprovechado la oportunidad para resarcirse.

Para humillar en público a quien no creyó en ellos.

Y, ahora, con el viento a favor,

ponerlo en su sitio.

Adam Sandler tomó otro camino.

El de la humildad.

La de verdad.

No la del postureo.

Ni la de la falsa modestia.

Esa historia no trascendió hasta muchos años después.

Porque Sandler no lo hizo para quedar bien.

Sino para recordarnos que todos podemos equivocarnos.

Y que cuando sucede lo improbable,

siempre puedes elegir:

Venganza

o

Agradecimiento.

Los primeros no aprenden nada.

A los segundos la vida se lo devuelve multiplicado por dos.

Decide en consecuencia.

Te leo.

Iñaki Arcocha

[email protected]

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