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Escena del Diluvio
El presente es lo único que no tiene fin
En el ámbito del Arte o las Bellas Artes, mi preferencia se inclina mucho más hacia el cine y la literatura que a la pintura o la escultura. No es que no aprecie el arte clásico, pero admito que carezco de la sensibilidad necesaria para disfrutar durante horas en los museos.
Reconozco con cierta vergüenza que suelo visitar los museos "obligatorios" de las ciudades para cumplir con el expediente y poder decir que he visitado el Guggenheim o la Tate Gallery.
Sin embargo, eso no significa que algunas obras de arte no me impacten y me hagan reflexionar.
Casi siempre son pinturas o esculturas que implican un nivel técnico elevado. La "dificultad" de lograr ciertos efectos en el arte es lo que más me llama la atención, tal vez porque no se requiere de una sensibilidad especial para apreciarla.
Eso me ocurrió este fin de semana en Nápoles con el "Cristo Velato" de la capilla Sansevero. La escultura del Cristo tallado en mármol, representado con un velo que le cubre el cuerpo después del martirio, es una de esas obras de arte que hay que ver para creer.
No se pueden explicar con palabras y ninguna foto le hará suficiente justicia.
En cuanto a la pintura, también hay algunas obras que me hacen reflexionar mucho más allá de la belleza del cuadro o de su dificultad técnica.
Entre ellas, destaca especialmente "Escena del Diluvio" de Joseph Désiré Court, que se encuentra actualmente en el Louvre.
En el cuadro se muestra a un hombre adulto intentando rescatar a su anciano padre mientras se ahogan en un diluvio, ignorando por completo a su mujer y a su hijo de pocos meses.
Las interpretaciones sobre la obra son muy variadas, pero la que más me gusta es aquella que representa al anciano como el pasado al que nos aferramos, lo que nos lleva a ignorar la vida y el futuro, ejemplificadas por la mujer y el hijo.
En esta visión, concibo la vida como el momento presente, que es lo verdaderamente importante. El pasado no puede cambiarse y el futuro es una ilusión; solo somos capaces de vivir en el momento presente.
Como decía Erwin Schrödiger, el del famoso gato, “el presente es la única cosa que no tiene fin”.
A mí me pasa en gran medida con mis hijos. Me preocupo constantemente de crearles experiencias y emociones que recuerden toda la vida. Planifico los fines de semana como si fueran una gincana, para compensar los malos momentos que inevitablemente tendrán en su desarrollo educativo.
Con frecuencia veo su educación como una contabilidad de buenos y malos momentos, en los que intento que los primeros superen con creces a los segundos.
Y es un error.
Lo más importante para ellos, y también para mí, es disfrutar de esos momentos cuando los vivimos. Disfrutar con ellos y no solamente por ellos, que es la mejor manera de tener una vida plena y feliz.
El futuro, que nunca llega porque siempre se hace presente, sólo sirve para distraernos y para preocuparnos.
En lugar de preocuparnos por el mañana, sería mucho mejor ocuparnos del presente, que es lo único que podemos controlar.
Recuerda que ayer alguien tenía planes para el futuro y hoy ya no está.
Te leo.
Iñaki Arcocha
P.D.: “Escena del Diluvio”
P.D.2: Aunque no le hace ninguna justicia, te dejo el link al “Cristo Velato”.
P.D.3: Y ya puestos te recomiendo encarecidamente visitar Nápoles como tal. Caótica, supersticiosa, diferente y Maradoniana.