Esto No va de Calandrajos

Va de dejar de mentirte a ti mismo

¿Sabes lo que son los “calandrajos”?

Yo tampoco.

Al menos, hasta este fin de semana en el que fui a una boda en Corral de Almaguer.

Mi primera boda manchega.

Que espero no sea la última.

Se casaba un familiar y la familia de la novia es maestra panadera.

Así que entre los innumerables detalles de la boda, nos pusieron unos calandrajos a cada invitado.

Estos dulces hechos con harina, aceite de oliva y canela son…mamma mía.

Otra dimensión.

Corral de Almaguer es conocida por sus quesos, sí, pero sus dulces también merecen una parada técnica.

Una pasada.

Yo, que nunca los había probado, me picó la curiosidad y lo probé:

¡Está buenísimo!

Grave error.

De principiante.

¿Qué pasa cuando estás rodeado de familiares detallistas y comentas que te gusta algo?

Que te van a llover los calandrajos hasta el final de tus días.

Nada más salir las palabras de mi boca, una oleada de cejas se alzó en la mesa.

¿Te gustan? Son muy típicos de aquí. Te llevas unos cuantos a Zurich.

De nada sirvió explicar que sólo quería probarlo y que no suelo tomar dulce.

Los calandrajos venían para casa sí o sí.

Vaticino muchas sesiones extras de cardio estas semanas para compensar.

Que todo sea eso.

Estaban tan buenos y lo pasamos tan bien, que bien merecen la pena.

Lo cual no quita una reflexión más profunda:

No existen los “sólo es un día”.

Total, por un día que te tomes unos dulces no pasa nada.

¿Verdad?

Pues sí que pasa.

Y mucho.

Primero, porque nunca es un sólo día.

Todo empieza saltándote el plan el viernes por la noche.

Luego el sábado.

El domingo ya estás de bajón pre inicio de semana y vuelves a caer.

Por no hablar del día que tienes estrés en el trabajo.

El cumpleaños de nosequien.

La visita inesperada.

El nuevo año chino.

Cualquier excusa sirve para el “sólo es un día”.

Pero la verdad es esta:

Sólo existe lo que haces.

Y lo que no haces.

Todo lo demás es autoengaño.

Esto vale para la dieta, el gimnasio, el trabajo que siempre pospones o cuidar de tus amigos.

Por no hablar de tu pareja.

Que pasas de regalarle flores todos los días a no darle ni un beso de buenas noches.

Total, sólo es un día.

No lo es.

¿Puedes saltarte la dieta sin que se acabe el mundo?

Claro que sí.

Pero sólo si tienes clarísimo que estás rompiendo tu compromiso.

Y que tiene consecuencias.

Vas a verte peor.

Vas a tardar más en lograr tu objetivo.

Y no es lo que deberías haber hecho.

Asumiendo esto, es mucho más fácil que la próxima vez no te desvíes.

Y cuando caigas, no te mientas.

Ni lo disfraces.

Admítelo.

Y vuelve al camino.

Eso hará que realmente sea la excepción.

Y no la norma.

¿Extremista, dices?

No.

Auto exigente.

Consciente.

Consecuente.

Sabes que tengo razón, además.

Otra cosa es que sea más fácil buscarse excusas.

Que siempre las va a haber.

Hazme caso.

Mantente en el papel todo el tiempo que puedas.

Y si un día no puedes o no quieres, haz lo que quieras.

Menos engañarte.

Así disfrutarás mucho más de esas canitas al aire.

Y llegarás mucho más rápido a tus objetivos.

Sean cuáles sean.

Físicos.

Profesionales.

O personales.

Visto así…

Sí que merece la pena comerse un buen calandrajo.

O dos.

Te leo.

Iñaki Arcocha

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