Falsedad en lata

Lo que fuerzas lo pagas

La historia de hoy no le va a gustar a mi hermana Ane.

Sorry guapa.

En 2017, Pepsi lanzó una campaña publicitaria por todo lo alto.

La protagonista era Kendall Jenner, muy de moda en aquellos tiempos.

La compañía americana pretendía hacerse eco y aprovechar los movimientos sociales del momento.

Que si la empatía.

Que si la unidad de las personas.

Que si la paz y el amor universales.

En el anuncio, Kendall dejaba una sesión de fotos importantísima para bajar a la calle y unirse a una manifestación espontánea.

Todo gente joven.

Todo sonrisas blanquísimas.

Todo muy bonito.

El fracaso fue de los que duelen.

A Pepsi le dieron hasta el cielo de la boca y por todos lados.

¿Por qué?

Porque banalizaron.

La compañía usó símbolos de los movimientos sociales y los derechos humanos para vender refrescos.

El colmo para los espectadores fue la escena final.

Una Kendall Jenner, guapísima y encantada de conocerse, le entregaba una lata de Pepsi al policía encargado de controlar la manifestación, como gesto de paz.

La crítica ante semejante trivialidad se hacía sola.

Los que se lo toman todo a la tremenda, acusaron a la compañía de tratar problemas importantes de una manera superficial.

Los que viven la vida sin preocupaciones, echaron en falta algún mensaje más contundente.

No gustó a nadie.

¿Y sabes qué?

Que todos tenían razón.

No se puede simular la autenticidad.

No se puede imponer la sinceridad.

No es posible forzar la empatía.

Lo que se fuerza, se nota.

Se transmite.

Y se paga.

Todos queremos que nos aprecien, pero nadie quiere que le adulen.

Apoyo y ánimo, por supuesto.

Hipocresía y falsedad, en absoluto.

Para inspirar a las personas, no valen trucos de salón ni acciones vacías de autenticidad.

Sólo funciona lo que nace de la sinceridad.

Lo he visto muchas veces y tú también.

El compañero de trabajo que no deja de aplaudir todo lo que haga su jefe.

El vendedor que le dice que sí al cliente, sin importar lo que le pida.

El padre que pretende ser amigo de sus hijos para que le quieran más.

El profesor que se viste como sus alumnos 30 años más jóvenes para pretender ser uno más.

¿Qué lástima, no?

No trates de encajar si no sale de ti, no va a funcionar.

Podrás engañar a mucha gente durante un tipo o a una persona durante mucho tiempo, pero nunca a todas las personas todo el tiempo.

La verdad siempre prevalece.

Y la autenticidad también.

Para conectar con los demás no es necesario que seas perfecto pero sí que seas auténtico.

No tendrás que forzarlo, no te costará proyectarlo y te acompañará toda la vida.

Ahora puedes ignorarme y seguir buscando cómo encajar con los demás.

O puedes dejar de esforzarte en ser otra persona y simplemente….ser tú mismo.

¿Qué va a ser?

Te leo.

Iñaki Arcocha

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