Homenaje a Paul Auster

El Escritor que Me Enseñó a Amar la Lectura

El 30 de abril de 2024, me quedé huérfano de mi escritor favorito.

Paul Auster nos dejó a los 77 años, víctima de un cáncer de pulmón diagnosticado un par de años antes.

Sus libros siempre me han supuesto un remanso de paz, una zona de seguridad en la que resguardarme siempre que amenazaba tormenta.

Es curioso que una de sus obras más famosas, “La Trilogía de New York”, no se encuentra ni de lejos entre mis favoritas.

Antes me quedo con “El libro de las ilusiones”, “El país de las últimas cosas” o mi amadísimo, “Brooklyn follies”, por el cual le estaré eternamente agradecido.

Sus últimos libros me resultaron una cierta decepción.

“4 3 2 1” prometía muchísimo pero no terminó de cerrar del todo bien, mientras que “Baumgartner” fue su último libro y, para mi gusto, el peor.

Da igual.

Para mí, narra tan bien y de una manera tan particular, que incluso si escribiera un listín telefónico, me parecería interesantísimo.

Las novelas de Paul Auster fueron las primeros que leí en mi adolescencia después de pasar por los típicos de esa edad: El Señor de los Anillos, Los Pilares de la Tierra y las novelas de Forsyth, Grisham y similares.

Auster me abrió las puertas a una narrativa diferente, más allá de las novelas históricas o de abogados que marcaron mi juventud.

No sólo eso.

Gracias a sus novelas, me enamoré definitivamente de la lectura y logré pasar esa barrera entre leer porque es un buen hábito intelectual a hacerlo porque realmente es una pasión.

Cuando me preguntan por qué leo, siempre respondo que por la misma razón por la que como, respiro o duermo: porque sin leer, no podría vivir.

También me preguntan si a veces no prefiero descansar o dormir en lugar de leer, que cansa la vista y exige concentración para no releer la misma página 15 veces.

Lo que sucede es que leer, como cualquier otra pasión, no supone más cansancio sino todo lo contrario.

Tendemos a pensar que “descansar” implica no hacer nada, cuando en realidad ya se descansa simplemente cambiando de actividad.

¿No hay gente que descansa del trabajo saliendo a pasear al monte? ¿ O nadando 3 kilómetros diarios en la piscina?

Todas estas actividades o similares como ir al gimnasio o jugar una pachanga de fútbol con los amigos, pueden ser muy exigentes físicamente, pero lejos de quitarnos energía, nos la recargan.

Es una verdadera lástima que tantas personas no hagan nada para descansar, cuando hay tantísimas opciones maravillosas en las que utilizar nuestro escaso tiempo libre.

Que sí, que a mí también me gusta echar la siesta de vez en cuando, o tirarme en el sofá con el teléfono sin hacer nada en especial.

Pero la mayoría de las veces que hago eso, ni descanso, ni me siento mejor después.

Al contrario, lo que tengo es una horrible sensación de pérdida de tiempo.

Eso no me pasa nunca cuando leo un buen libro, preparo un vídeo para mi canal de youtube o se me ocurre una historia que contar en mi newsletter.

Porque lejos de ser trabajo, es el mejor descanso que puedo tener.

Llena tu vida de pasiones, de actividades que te encanten hacer y para las que siempre encuentres el tiempo necesario.

Da igual si es leer un libro, escuchar música o dar un paseo a solas con tus pensamientos.

Además de una vida mucho más activa, tendrás una vida mucho más plena y feliz.

Y si no me crees, lee a Paul Auster y luego me cuentas la experiencia.

Te leo.

Iñaki Arcocha