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La Buena Educación
Elige bien a tus referentes
Escuchaba hace poco en un podcast a la jueza española, Natalia Velilla, hablar sobre el efecto que tuvo dejar de usar las togas en los juzgados durante la pandemia.
Los jueces usan su propia toga, pero muchos abogados y procuradores, comparten togas que son proporcionadas por los juzgados.
Estas togas compartidas no se lavan todos los día, por lo que generaban dudas sobre si podrían ser un foco de contagio durante los meses más duros de la pandemia.
La solución lógica para evitar gastos y riesgos adicionales fue eliminar la formalidad de llevar las togas durante los juicios.
Lo que nadie pudo prever es que ese pequeño detalle traería una consecuencia indeseada muchísimo mayor: la pérdida de las formalidades y modales propios de un juzgado.
Por si quedaba la duda de si esta pérdida de formalidad se debió a las togas o al cambio de los tiempos, dichos modales regresaron en la post pandemia cuando el uso de las togas volvió a ser habitual.
Solemos poner muchísimo énfasis en la importancia del fondo sobre las formas. Abrazamos la idea de que lo importante es lo que se dice y no tanto el cómo se dice.
Sin embargo, al centrarnos en el contenido, a menudo pasamos por alto que lo que consideramos buena educación también es una forma de mostrar respeto.
Cuando nos presentan a alguien que no conocemos o sencillamente cuando tratamos a alguien por primera vez, utilizar el “usted” y no el “tú”, no es una simple formalidad sino un gesto de deferencia.
No te conozco y como no te conozco, no te tuteo.
Los buenos modales son tan raros hoy en día como un político que asuma sus errores. Existir deben existir pero nadie los ha visto nunca.
De hecho, a veces incluso se usan como arma arrojadiza pervirtiendo totalmente su sentido. Se usa el usted en la forma de dirigirse a alguien mientras se le falta gravemente al respeto con el contenido de las palabras que se utilizan.
Vivimos tiempos alérgicos a cualquier forma de autoridad o de estructura jerárquica.
Las formalidades en el lenguaje o las señales externas de estatus, como las togas en el ámbito legal, son vistas con desdén.
Lo más curioso es que cualquier forma de sociedad, ya sea humana o animal, requiere de estructuras jerárquicas, de líderes.
Cuando surgen problemas en el trabajo, en la familia o a nivel nacional, queremos que alguien tome las riendas y nos aporte soluciones.
En muchos casos, estos líderes surgen de manera natural, ya que alguien debe asumir la responsabilidad y tomar decisiones para resolver las dificultades.
Todos necesitamos referentes en nuestra vida, ya sean como modelos a seguir o simplemente de manera aspiracional. Alguien tiene el estilo de vida que queremos y nos fijamos en lo que ha hecho para conseguirlo.
Y no solamente funciona en esa dirección sino también en la contraria. En muchas ocasiones, eres tú la persona de referencia para otras personas.
Esto es algo que los padres entendemos muy bien porque en los primeros años de la infancia, somos como estrellas de Rock para nuestros hijos. Todo lo que hacemos y decimos, lo imitan, y su mayor aspiración es ser como nosotros.
Luego crecen y ya no te miran a la cara pero eso es historia para otro día.
Elige bien a tus ídolos y sé consciente del poder que tienes cuando eres tú el referente.
Todo gran poder conlleva siempre una gran responsabilidad.
Te leo.
Iñaki Arcocha
P:D: El podcast de Aléx Fidalgo, recomendadísimo, donde habla con la jueza Velilla.