- Arcocha Capital
- Posts
- La Serpiente y la Sierra
La Serpiente y la Sierra
La ira sólo engendra más ira
Una serpiente se encontraba reptando por el bosque cuando se encontró una cabaña junto a un viejo cobertizo para herramientas.
Al ingresar al cobertizo y deslizarse por el suelo cubierto de paja, la serpiente se topó con una sierra caída, provocándose una pequeña herida al rozarse con ella.
Creyendo que la sierra representaba una amenaza, la serpiente giró bruscamente para morderla, infligiéndose una nueva y mucho más grave herida en la boca.
Cegada por la rabia y el dolor, la serpiente se dispuso a rodear a la sierra con su cuerpo para asfixiarla, como suele hacer con cualquier otra presa.
Entonces, la serpiente se enroscó a la sierra y comenzó a apretarla cada vez con más fuerza. Finalmente y debido a las heridas autoinfligidas en todo su cuerpo, pereció.
El destino final de la serpiente podría haberse evitado fácilmente, si tan sólo hubiera ignorado el pequeño corte inicial y hubiera seguido adelante sin darle mayor importancia.
No todas las decisiones que tomamos con ira son cuestión de vida o muerte como en esta fábula, pero responder desde ese estado nunca conduce a nada bueno.
Principalmente, no trae nada positivo para uno mismo. La ira solo engendra más ira y, la mayoría de las veces, termina perjudicando a quien la alimenta.
Además, puedes saber cómo empiezas, pero nunca vas a prever dónde acabas.
En la vida, a menudo es mejor dejar de lado las pequeñas afrentas, ya que las consecuencias de actuar precipitadamente pueden ser irreversibles y catastróficas.
Yo mismo tengo mucho que aprender en este sentido.
Mis amigos siempre dicen que soy demasiado rencoroso, aunque yo les respondo que no se trata de rencor, sino de buena memoria.
Olvido el pecado, pero rara vez olvido al pecador.
Lo que no me doy cuenta es que si no olvido a quienes me han hecho daño, les estoy dando un poder sobre mí que no merecen.
No debería darles esa satisfacción.
Tengo muy claro que ellos han pasado página mucho antes de que a mí se me pasé en enfado.
Y, sinceramente, la vida es demasiado corta para pasarla enfadado.
Te leo.
Iñaki Arcocha