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Las Olas tienen la respuesta
¿Hasta dónde eres capaz de llegar?
Te he hablado antes de mi amigo Toñi, ese que no habla mucho, pero cuando lo hace, todo lo que dice es importante.
Siempre.
Hoy te voy a contar otro rasgo característico de Toñi: cuando se enfoca en algo, se vuelca de manera obsesiva.
Puede ser andar en bici por el monte, leer libros o comer 15 dalkys de fresa de una sentada….sea lo que sea, lo hará con absoluta convicción.
Y la natación no iba a ser una excepción.
Yo comencé con él un verano, nadando un kilómetro diario, que nos parecía una eternidad. Para mí siempre fue una tortura, pero él encontró su lugar en la vida.
En la piscina lograba eliminar el estrés diario, relajarse y mejorar su estado de ánimo.
El otro día me contaba la historia de cuando nadó 6 km en mar abierto y casi no lo cuenta. Bueno, quizás eso es un poco dramático porque su vida no corría peligro, pero sí es verdad que estuvo a punto de rendirse.
Ese día había unas olas terribles que no sólo le impedían nadar con comodidad, sino que, sobre todo, no le dejaban ver si iba en la dirección correcta.
Una ola de un metro vista desde la orilla no parece mucho;de hecho, para un surfista sería una porquería.
Pero para un nadador, es una montaña.
Piensa que por mucho que pares y levantes el cuerpo, sólo subirás el torso 40-50 cm y aún así no superarás la ola que tienes delante.
En esas estaba cuando empezó a sentir un cansancio extremo y angustia creciente por no saber si le quedaba mucho, poco o mediopensionista.
Cuando estaba a punto de levantar la mano para pedir asistencia y que lo sacaran del agua, justo pudo atisbar entre ola y ola, la boya que marcaba el final de la carrera.
Aunque no estaba seguro si le quedaban 1 ó 2 km, sí sabía que iba en la dirección correcta y que el final estaba cerca.
Fue entonces cuando su determinación y su fuerza de voluntad entraron en juego, impulsándolo a no rendirse y terminar lo que había empezado.
Mi amigo Mikel le esperaba en la orilla con bastante angustia. Él había empezado la prueba después porque nadaba la versión corta, y esperaba llegar a la vez, pero ya habían pasado 40 minutos y ni rastro de Toñi.
Un mundo.
Finalmente, cuando vio a Toñi salir del mar, le pareció que el mismísimo Poseidón se había hecho hombre para caminar sobre la tierra.
La foto que le hicieron a su llegada es espectacular, porque más allá del cansancio y la angustia, se ve a un Toñi entero, físicamente imponente y satisfecho.
Esa es la foto que tiene en su whatsapp, no por vanidad, que no significa nada para él, sino como un recordatorio continuo de que no se rindió, de que aguantó cuando todo su ser le decía que parase y que se rindiera.
Un año después, nadó más de 11 km en mar abierto, una distancia equivalente a la maratón en tierra y que físicamente era mucho más dura que la anterior.
Sin embargo, para Toñi, esa carrera no significó nada porque no sacó ninguna lección de ella. Se había preparado para una prueba física muy exigente y lo había logrado.
Prueba superada.
Pero nada más.
Entre las olas es donde sintió mucha mayor satisfacción por qué encontró la respuesta a una pregunta fundamental para todos:
¿Hasta dónde soy capaz de llegar?
Ojalá me encuentre alguna vez esas mismas olas en mi camino para responder a la misma pregunta.
Te leo.
Iñaki Arcocha