Levántate

Nunca te Rindas

Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 son considerados unos de los mejores de la historia.

Y razones no faltan para esta afirmación.

Fueron los primeros Juegos verdaderamente modernos en términos de logística, planificación y tecnología.

Los primeros sin boicots desde 1972.

Los primeros en los que Alemania participó unificada desde 1936.

Los primeros con Sudáfrica como participante tras superar el Apartheid.

También fueron los Juegos en los que la NBA copó el equipo nacional de Baloncesto por primera vez.

Jordan, Magic, Bird, Barkley…..

Una locura.

Y, por supuesto, fueron los Juegos de Barcelona.

La inmortal canción que cantaron a dúo Freddie Mercury y Montserrat Caballé.

Pelos como escarpias cada vez que la escucho.

El éxito deportivo, de audiencia y de reconocimiento internacional fue impresionante.

En la pista vimos muchos momentos inolvidables como la imposible victoria de Fermín Cacho en los 1.500, pero yo me quedo con uno aún más impactante.

La final de los 400 metros lisos.

El gran favorito a la gloria olímpica: Derek Redmond.

Cuatro años entrenando para ese momento.

Cuatro años visualizandose en lo más alto del podio.

Cuatro años para cumplir el sueño de la vida.

Cuatro años que se terminaron en apenas 150 metros.

Pinchazo en el femoral, mano a la parte trasera del muslo y empezar a cojear.

El fin.

Sólo que no lo fue.

Se levantó del suelo y siguió caminando, renqueante, con la intención de terminar la carrera.

Llegaría el último, pero nadie le impediría terminar la carrera, aunque fuera arrastrándose.

Podría haberse quedado en el suelo y salir de la pista por un lateral.

Nadie se lo habría reprochado.

Depués, en la rueda de prensa, podría haber buscado culpables.

Las lesiones del año anterior.

O las condiciones de la pista.

O incluso una mala preparación de su entrenador.

No hizo nada de eso.

Asumió lo que le había pasado y lo convirtió en el cimiento de su vida después de las pistas.

Transformó un momento dramático en la mayor lección de su vida.

Durante años fue conferencista motivacional, usando su propia historia para inspirar a miles de personas por todo el mundo.

No siempre se trata de ganar, sino de cómo decides continuar cuando todo parece estar perdido.

¿Cuántas veces buscas excusas?

¿Por qué te ocultas?

La realidad es la que es.

Si te caes en un bosque, no te quejas.

Nadie te escucha, así que te levantas y sigues.

A todos nos pasan infortunios en la vida.

Muchas veces para bien y otras para mal.

La vida es igual para todos, convéncete de ello.

Lo único que cambia es la manera de interpretarla.

Puedes quedarte en el suelo.

O puedes aprender a levantarte.

Puedes encontrar excusas.

O conseguir resultados.

Pero nunca ambas cosas a la vez.

Recuérdalo la próxima vez que te tropieces sin saber por qué.

Podrás lamentarte por tu mala suerte ….

….o aprovechar la oportunidad de aprender.

Te va a pasar, quieras o no.

Así que, ¿por qué no salir más fuerte que antes?

Te leo.

A continuación te dejo el vídeo con toda la secuencia.

Pocas cosas más conmovedoras he visto en mi vida.

Y no por las lágrimas del atleta, sino por su padre.

Siempre en mi equipo.

Su determinación para bajar a la pista a cuidar de su hijo.

Su mirada al personal de seguridad para que entiendan que las reglas para el público no le aplican a él.

Su manera de apartar a los miembros de la organización, a los periodistas y a cualquiera que pudiera molestar a su hijo.

El hijo reconociendo al padre, abrazándolo y, por fin, dejando que las lágrimas fluyan.

Los dos cruzando la meta como uno solo.

Un padre preocupándose por su hijo y un hijo apoyándose en su padre.

Dime, ¿hay algo más bonito en esta vida?

Iñaki Arcocha

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