Los Feos Ligan Más

La Autenticidad Siempre Gana

Seguro que tú también conoces a algún amigo feo pero que liga muchísimo.

El caso más alucinante que me viene a la cabeza es el de un compañero de la universidad, cuyo nombre me reservo para evitar enfados, que era feo con ganas.

¿Monstruoso? No, tampoco, pero feo de solemnidad sí.

Sin embargo, eso no fue un impedimento para que tuviera un éxito arrollador entre el sector femenino, tanto dentro como fuera de la universidad.

A su gran labia se sumaba un desparpajo natural y una absoluta falta de vergüenza.

Era un auténtico sinvergüenza en el mejor sentido del término.

Además, tenía algo adicional que, para mí, es lo más importante: autenticidad.

No destacaba por contar chistes graciosísimos ni por ser especialmente atento o detallista con sus amigos.

Más bien al contrario, era un “viva la vida” de manual, y no era raro que te dejara tirado a última hora con cualquier excusa peregrina.

Y aún así, caía bien.

Lo que lo hacía especial era esa autenticidad que le permitía ser él mismo, sin preocuparse por cumplir con las expectativas o de lo que “se supone” que hay que hacer en cada momento.

En el fondo, era inmune a uno de los grandes males de nuestro tiempo: la búsqueda de validación externa.

Nos pasamos el día tratando de agradar a los demás, esperando que se den cuenta de los buenos que somos y de lo mucho que nos esforzamos.

Si logras un gran éxito en tu vida y nadie lo sabe, ¿ realmente te sirve para algo?

Peor aún.

Si haces algo importante que te llena de orgullo pero nadie te felicita por ello, ¿sigues sintiéndote feliz?

Esas preguntas jamás se le pasaron por la cabeza a mi amigo de la universidad.

No las necesitaba.

Su validación venía de dentro, no de lo que pensaran los demás de él.

Al no perder tiempo buscando la aprobación ajena, le quedaba mucho más para concentrarse en lo que pensaba de sí mismo.

Por supuesto que no hay que engañarse: ser guapo, alto y tener un buen físico es una ventaja competitiva evidente, y negarlo sería autoengañarse.

Pero muchas veces, la confianza que te da tener una personalidad propia, se contagia hacia los demás de formas inimaginables.

Y esa confianza es extremadamente atractiva.

Cuando te sientes cómodo contigo mismo, lo proyectas hacia los demás con tu actitud positiva y tu comportamiento relajado.

¿Quién no quiere tener cerca a alguien que se siente seguro de sí mismo y que no está buscando continuamente la aprobación de los demás?

Absolutamente todo el mundo.

No hace falta ser poco agraciado para tener una personalidad auténtica, por supuesto que no.

Tampoco es una cuestión de elección, se pueden tener las dos cosas a la vez.

La diferencia es que tu apariencia física te viene dada, y sólo puedes influir en ella de manera limitada.

Pero en la autenticidad puedes trabajar en ella todos los días.

Seguir siempre lo que se espera de ti, encarcelarte en los caprichosos y cambiantes convencionalismos sociales, sólo te convertirá en uno más entre el rebaño.

En cambio, ser diferente, y no hacer lo mismo que todo el mundo, es el camino hacia el éxito.

En un mundo lleno de máscaras, quien se atreve a ir a cara descubierta, triunfa.

Siempre.

Te leo.

Iñaki Arcocha

P.D: Hablando de gente que va a cara descubierta, no te pierdas esta radiografía de Javier Milei.

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