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Memento Mori
Lecciones estoicas para el día a día
La vida media del ser humano son poco más de 4200 semanas que según se mire, pueden ser muchas o muy pocas.
Marco Aurelio, el Gran Emperador Romano y uno de los estoicos más famosos, solía repetirse a sí mismo el mantra del “Memento Mori” para recordarse que todos somos humanos y que la Muerte es inevitable.
La biotecnología y el hackeo humano pondrán en tela de juicio esta afirmación en las próximas décadas pero de momento es el paradigma al que nos enfrentamos todos nosotros.
Lejos de ser una tragedia, la lección estoica de ser consciente de nuestra propia mortalidad, es una fuente inagotable de tranquilidad y de serenidad para superar los desafíos cotidianos.
Todo lo que nos sucede, lo bueno, lo malo y lo medio pensionista van a pasar en algún momento del tiempo. Desde esa perspectiva, tanto las grandes victorias como las grandes tragedias cotidianas no deberían afligirnos más que en su justa medida. Si un problema que tenemos hoy, dejará de ser importante dentro de 1 mes, 1 año o 5 años, ¿por qué dejamos que nos amargue la existencia como si fuera algo irresoluble? Nadie se baña dos veces en el mismo río y de igual manera, lo que te preocupa hoy, lo olvidarás en mucho menos tiempo del que crees.
Haz este ejercicio: vuelve a una época pasada, 5 años atrás, a tu primer trabajo o a la universidad. ¿Cuántos problemas “insalvables” sufriste en aquellas épocas? Probablemente muchos. ¿Cuántos de ellos te siguen preocupando hoy en día? Ninguno. De hecho, incluso muchos de ellos serás capaz de recordar con una sonrisa.
El cerebro humano es una herramienta tecnológica inigualable que tiene una propiedad divina que los católicos erróneamente pensamos que sólo tiene Dios: su único estado posible es el presente. Nuestro cerebro no piensa en pasado ni en futuro, se lo trae todo al presente. Por eso, cualquier sufrimiento pasado o preocupación futura, nos aflige en el hoy porque nosotros traemos esos pensamientos al presente. Ni el pasado ni el futuro pueden hacerte daño si no se lo permites ya que o bien dejó de existir o aún está por descubrir.
Haz caso a tu cerebro por una vez y disfruta del momento actual. Nunca serás más joven ni más dueño de tu destino que hoy.