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Mentalidad Mamba
Lecciones de Kobe Bryant
Kobe Bryant, conocido como la Mamba Negra, es una de las figuras más icónicas del baloncesto y del deporte en general.
Quizás no fuera mejor que Michael Jordan o Lebron James, para gustos están los colores, pero lo que es indudable es que su personalidad estaba a la altura de los mejores, o incluso por encima.
Como prueba de ello, tenemos su “Mentalidad Mamba” que va mucho más allá de sus indudables éxitos deportivos.
Esta manera de afrontar la vida, que antepone el esfuerzo a las excusas, lo explicó perfectamente el mismo Kobe Bryant en una célebre entrevista.
“Si te levantas a las 10 de la mañana y entrenas a las 12, por dos horas, de 12 a 2, luego tienes que dejar que tu cuerpo se recupere.
Comes, descansas y vuelves a entrenar para tu segunda sesión.
Empiezas a las 6, entrenas de 6 a 8 y vuelves a casa.
Te duchas, cenas, duermes y al día siguiente comienzas de nuevo.
Ese es el esquema típico de dos sesiones de entrenamiento al día.
Ahora imagina que levantas a las 3 de la mañana. Entrenas de 4 a 6. Vuelves a casa, desayunas, te relajas y vuelves a entrenar de 9 a 11.
Descansas de nuevo y vuelves a entrenar de 2 a 4. A las 7 regresas para una nueva sesión de entrenamiento de 7 a 9.
Mira cuánto entrenamiento adicional he hecho sólo por comenzar a entrenar a las 4 de la mañana en lugar de a las 10.
Haz eso, y con el paso de los años, esas sesiones adicionales diarias te separarán de tus competidores de una manera que jamás podrán alcanzarte, hagan lo que hagan”
Esta forma de trabajar llevó a Kobe Bryant a ganar cinco campeonatos de la NBA con Los Ángeles Lakers, ser nombrado MVP de la NBA en 2008 y conseguir dos medallas de oro olímpicas a lo largo de su carrera.
Casi nada.
Sí, claro, estás pensando que Kobe Bryant además de un trabajador incansable, tenía un talento descomunal para el baloncesto.
Y seguramente sea cierto, aunque él mismo admitió que el baloncesto no se le daba nada bien al principio. Con 12 años, jugaba en las ligas juveniles en Filadelfia y no anotó ni un sólo punto en toda la temporada.
Cero.
No importa demasiado si el talento eclosionó después o siempre lo tuvo; lo que importa es que el trabajo que realizó elevó exponencialmente sus habilidades innatas.
El talento es opcional, el trabajo obligatorio.
El talento no depende de ti, el trabajo sí.
Existen innumerables hábitos que podemos adoptar y que, además de mejorar increíblemente nuestras vidas, no requieren nada de talento.
Ser puntual.
Esforzarse.
Ser entusiasta.
Tener una actitud positiva.
Actuar siempre con pasión.
Mantener un lenguaje corporal positivo.
Aceptar buenos consejos.
Hacer siempre un poquito más.
Estar preparado.
Tener una buena ética de trabajo.
Todo esto lo puedes practicar a diario.
Y al igual que tu mecánica de tiro mejora con el entrenamiento, todas estas buenas conductas se harán cada vez más automáticas.
Además, no cuestan nada, no dependen de nadie más que de ti mismo y, lo mejor de todo, es que tienen un efecto multiplicador en los demás.
Uno recoge lo que siembra.
Siempre.
¿Empezamos?
Te leo.
Iñaki Arcocha
P.D: Mejor que lo explique el propio Bryant.
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