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No escuches a los escépticos
Sólo proyectan sus propias limitaciones
Arnold Schwarzenegger llegó a EE. UU. en 1967 a la edad de 21 años sin un solo dólar en su bolsillo. Además, apenas hablaba inglés y su principal objetivo era destacar en un deporte tan minoritario en ese momento como el culturismo.
Nacido en Austria en el seno de una familia pobre, con un padre alcohólico que había pertenecido a la policía militar durante la II Guerra Mundial por el lado alemán, Arnold Schwarzenegger experimentó una infancia llena de dificultades. Sin embargo, estas adversidades no lograron quebrantar su espíritu indomable.
A pesar de esos antecedentes poco favorables, Arnold Schwarzenegger logró convertirse en el culturista más famoso de todos los tiempos, ganar su primer millón de dólares en la construcción mucho antes de dedicarse al cine, ser el actor mejor pagado de su generación y un referente para millones de personas. Incluso llegó a gobernar el estado más poderoso de EE. UU., California, que, si fuera un país independiente, sería la quinta economía del mundo. La única razón por la que no ha sido presidente de EE. UU. es porque no nació allí y, por lo tanto, no puede presentarse.
¿Cómo consiguió tanto éxito teniendo tan malas cartas de partida?Principalmente porque ignoró a los escépticos, también conocidos como "naysayers" en inglés. Su determinación, trabajo duro y creencia en sí mismo lo llevaron a superar obstáculos y alcanzar sus metas, convirtiéndose en un ejemplo inspirador para muchos. En lugar de permitir que las opiniones negativas lo desanimaran, las utilizó como motivación para triunfar.
A lo largo de toda su vida, Arnold Schwarzenegger escuchó innumerables veces que no lograría nada en el culturismo por no ser americano, que no podría dedicarse al cine debido a su acento, que no debería involucrarse en el negocio inmobiliario porque no era lo suyo y, por supuesto, que nunca llegaría a nada en el ámbito político. Sin embargo, desafiando todas esas bajas expectativas, demostró que podía triunfar en cada uno de esos campos y se convirtió en un símbolo de perseverancia y éxito.
En cada una de esas ocasiones, Arnold escuchaba en su cabeza: "Sí, puedes ser el mejor culturista de todos los tiempos", "Sí, puedes ser el actor mejor pagado del mundo", "Sí, puedes ganar las elecciones en California". Por cada no, él escuchaba un sí que reafirmaba su determinación personal.
Arnold forzaba a su mente a transformar todos los mensajes negativos en positivos porque tenía muy claro que cuando le criticaban todos esos escépticos, en realidad estaban proyectando sus propias inseguridades e incapacidades, no las suyas.
Tus detractores siempre buscarán la confirmación de sus prejuicios para validar sus decisiones basadas en el miedo. Aquellos que no se han atrevido a innovar, emprender ni soñar ven a cualquiera que lo haga y tenga éxito como una amenaza a su sistema de creencias.
No les prestes atención y, sobre todo, no te conviertas en uno de ellos. Cada vez que superas un miedo, estableces un nuevo mínimo desde el cual puedes impulsarte hacia arriba. Cada desafío superado hace que el camino que te queda por recorrer sea más fácil. Esto es exactamente lo contrario de lo que te dirán todos los pesimistas.
Una montaña rusa solo te da miedo la primera vez que te lanzas, todas las demás veces es un paseo por las nubes. La espiral de negatividad puede ser poderosa, pero es mucho menos potente que el círculo virtuoso que se genera al superar tus adversidades.
Tú eres quien marca tus propios límites, nunca los demás.
Te leo.
Iñaki Arcocha