- Arcocha Capital
- Posts
- No lo Soportas
No lo Soportas
Y lo sabes
Todos conocemos a Mozart.
Incluso nos sabemos su nombre completo: Wolfgang Amadeus Mozart.
Niño prodigio austriaco que, a los 8 añitos, compuso su primera sinfonía.
Desde muy joven, recorrió Europa dando conciertos en las principales cortes de la época.
Compuso más de 600 obras a lo largo de su vida, entre las que destacan La Flauta Mágica, Don Giovanni o Requiem.
Un genio admirado por todos….
O casi todos.
Antonio Salieri, compositor italiano, fue una figura muy influyente en la corte vienesa.
Ocupaba los cargos musicales más prestigiosos del Imperio Austrohúngaro, disfrutaba del favor del emperador José II y era amado por su talento.
Hasta que en 1781, llegó a Viena un joven Mozart.
Salieri no podía rivalizar con su genialidad, ni mucho menos soportar cómo todas las miradas y atenciones empezaban a girar hacia él.
Lo intentó todo.
Desprestigiarlo.
Robarle encargos.
Usar su influencia para sabotear sus conciertos.
Incluso la leyenda dice que fue aún más allá….
Nunca sabremos cuánto hubo de verdad y cuánto de ficción en aquella rivalidad.
Pero lo que sí sabemos es esto:
Todos recordamos a Mozart.
Casi nadie sabe quién fue Antonio Salieri.
El síndrome de Procusto, basado en el mito griego del mismo nombre, es terrible.
Procusto era un posadero que ofrecía cama gratis a los viajeros.
Sólo tenía una condición: todos debían encajar exactamente en la misma cama.
Si el huésped era demasiado alto, les cortaba las piernas.
Si era demasiado bajo, lo estiraba hasta desconyuntarlo.
Fue Teseo quien acabó con él, aplicándole su propia medicina.
Procusto murió en esa misma cama, siendo su última víctima.
La envidia es el único pecado capital que no da placer al que lo comete.
No te mejora.
No te hace avanzar.
Sólo te llena de amargura.
Como a Salieri.
Como a Procusto.
Podrían haber celebrado el talento del otro.
Aprendido de su genialidad para mejorar.
Pero eligieron proyectar su miedo y su inseguridad.
Todos caemos en la tentación de “nivelar hacia abajo” a quien nos hace sombra.
Lo hemos hecho o lo hemos sufrido.
En el trabajo, con jefes que minimizan nuestros logros.
Con compañeros a los que no damos suficiente crédito.
En nuestra familia, cuando nadie parece valorar lo que hacemos.
O cuando somos nosotros los que no reconocemos los méritos de un hermano…
No te digo nada si es más pequeño que nosotros.
¿Cuántas veces has oído un “tampoco es para tanto”
¿Y cuántas veces lo has pensado tú?
Sé que cuesta.
Reconocer el éxito de los demás, incluso de tus mejores amigos, a veces duele.
Hay una vocecita al fondo de tu cabeza que grita con rabia.
Todos la tenemos.
Todos tememos perder nuestro lugar.
En la oficina, en casa o en la barra del bar.
Por eso es tan importante saber con quién te rodeas.
Ser autocrítico.
Observar tu comportamiento ante el éxito ajeno.
Y, por encima de todo, alegrarte de los triunfos de los demás.
No hay mejor manera de reconocer a un buen amigo que ver cómo reacciona cuando ganas.
El algodón no engaña.
El mundo está lleno de Procustos y de Salieris.
Pero también de Mozarts.
Y de gente que te impulsa, que te aplaude y que te motiva.
Es importante aprender a distinguirlos.
Más aún saber en qué lado te colocas tú.
De los que estiran.
O de los que abrazan.
Te leo.
Iñaki Arcocha
📖 Mi libro: 50 Historias, 50 Meditaciones Modernas
👉 Cómpralo aquí en Amazon
💬 Si ya lo leíste, no olvides dejar una reseña. 🙌
🔹 No lo leerás en ninguna otra parte.
📩 Suscríbete a mi newsletter para no perderte ninguna historia:
👉 Suscribirme aquí
P.D.: ¿Sigues ahí? Eso es que te ha gustado... Compártela con quien tú sabes. Sí, con todos ellos.
P.D.2.: ¿Te preocupa algo en especial? Escríbeme, y la próxima vez hablaré de ello. Así podrás presumir de que fue idea tuya.