No Podrás Volver

Ni Falta que Hace

El Universo es fascinante.

Además de su enormidad - imposible de comprender en su totalidad por la mente humana- está su belleza.

Estrellas.

Constelaciones.

Galaxias.

Agujeros negros….

Pero lo que más me asombra es su diseño, su estructura.

Está “creado” de tal manera que te permite explorarlo, por muy grande que sea, pero no volver para contarlo.

Desde Einstein sabemos que el tiempo no es más que una dimensión adicional a las del espacio físico.

Y por suerte, o por desgracia, se puede deformar.

Los experimentos realizados en el CERN de Ginebra así lo demuestran.

Allí, en el Gran Colisionador de Hadrones, lanzan protones a una velocidad cercana a la de la luz.

Exactamente al 99,999999% de la velocidad de la luz.

¿Y qué ocurre?

Que el diámetro del anillo subterráneo de 27 kilómetros donde circulan las partículas se encoge unas 7.000 veces.

Es decir, 27 kilómetros se reducen a apenas 4 metros.

Iñaki, se te ha ido la cabeza definitivamente.

Aguántame un segundo más.

De acuerdo con las leyes de la física, podríamos construir una nave espacial capaz de viajar a una velocidad cercana a la luz.

Eso nos permitiría explorar galaxias, estrellas y planetas inimaginablemente lejanos.

Podríamos, por ejemplo, visitar la Galaxia de Andrómeda, situada a 2,5 millones de años luz.

Para un viajero en esa nave, esos 2,5 millones de años pasarían en apenas unos minutos de su vida.

Genial, ¿no?

Pues va a ser que no.

¿Cuál es el problema?

Que al volver a la Tierra habrían pasado 4.000 millones de años.

Podemos explorar todo el Universo conocido y por conocer durante nuestra vida, pero jamás podríamos contarlo al mundo que dejamos atrás.

La misma estructura del Universo nos lo impide.

Muchas veces nos preguntamos si merece la pena hacer lo que nadie hace.

Explorar caminos que nadie transita.

Ser, en definitiva, la excepción dentro de la normalidad.

Y podrás hacerlo, claro que sí.

Pero será un camino solitario.

Una experiencia única que quizás te depare más soledad de la que pensabas.

Más problemas.

Más incertidumbre.

¿Te estoy desalentando a hacerlo?

No.

En absoluto.

Más bien, todo lo contrario.

Ir contra corriente y diferenciarte de los demás siempre me parece una idea acertada.

Pero tiene sus riesgos.

Y debes conocerlos antes de embarcarte en ese viaje.

Lo buena noticia es que las leyes del atrevimiento y la valentía sí te permiten volver para contarlo.

Y créeme:

Todo el mundo querrá escuchar lo que tienes que decir.

Yo, el primero.

Te leo.

Iñaki Arcocha

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