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No sabes lo que hay al otro lado
Suelta amarras y lo descubrirás
¿Qué debió pensar el primer hombre que voló al espacio?
¿Qué debió sentir?
No, no hablo de Neil Armstrong.
Ese fue el primero en pisar la Luna.
El de un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad.
Algunos años antes, en 1961, hubo otro que tuvo el honor de ser el primero en ver la Tierra desde fuera.
El mítico ruso Yuri Gagarin.
Antes que él, la igualmente famosa perra Laika fue el primer ser vivo en orbitar el planeta.
A bordo del Sputnik 2 logró su hazaña, pero no vivió para contarla.
O, en su caso, ladrarla.
La cápsula no estaba preparada para la reentrada, por lo que la perrita no sobrevivió.
Eso fue en 1957.
Apenas cuatro años después, Gagarin se lanzaba a la aventura a bordo de la Vostok 1.
En apenas 108 minutos, completó una órbita entera alrededor de la Tierra.
¿Crees que tenía claro que volvería para contarlo?
En absoluto.
La nave no tenía controles manuales para el cosmonauta.
Todo estaba automatizado.
¿Para facilitarle la vida?
Nop.
Era por si se quedaba inconsciente durante el vuelo.
Los ingenieros no estaban seguros de que pudiera mantenerse despierto durante la misión.
Tanto miedo tenían, que programaron el sistema de eyección para expulsarlo de la cápsula antes de aterrizar.
Por si acaso.
Todo estaba cogido con alfileres.
Todo era una apuesta por seguir por delante de los americanos en la carrera espacial.
Cuando aterrizó en un campo de Saratov, Rusia, una campesina se asustó al ver a un hombre con un traje naranja y un casco brillante.
Soy soviético. He bajado del espacio y necesito ayuda.
Pobre campesina.
Gagarin no tenía ni idea de cómo sería el viaje.
Del efecto que tendría la ingravidez en su cuerpo.
Ni si soportaría la aceleración del despegue.
O si podría respirar en gravedad cero.
¿Estaba más seguro en la Tierra?
Por supuesto.
¿Quedarse en casa tomando vodka en zapatillas era mejor para su salud?
No tengas ninguna duda.
Cualquier barco está más seguro en el muelle.
Pero no se construyen para eso.
Gagarin tampoco estaba hecho para quedarse en el puerto.
No lo entrenaron para estar varado.
Ni se preparó para observar desde la orilla.
Sino para ir donde nadie había ido antes.
Y descubrir, por el camino, de qué estaba hecho.
Seguro que tú también te has quedado en la zona segura muchas veces.
Igual ahora mismo estás en una de ellas.
Lo entiendo.
Es cómodo.
Es tranquilo.
No hay estrés.
Ni miedo.
Ni tormentas….
….pero tampoco hay descubrimiento.
Ni pasión.
Ni recuerdos que merezcan ser contados.
Lanzarse a lo desconocido no garantiza nada.
Podría salir mal.
Claro que sí.
Nadie sabe lo que hay al otro lado del miedo.
Pero si no cruzas esa frontera….
….ten por seguro, que nunca lo sabrás.
No pierdas más tiempo.
Suelta amarras.
Y comienza a vivir.
Te leo.
Iñaki Arcocha
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