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No te estás cayendo
Estás aprendiendo a levantarte
Siempre intentaste.
Siempre fallaste.
No importa.
Intenta otra vez.
Falla de nuevo.
Falla mejor.
Esta famosa cita del dramaturgo irlandés, Samuel Beckett, se la tatuó en el brazo el tenista suizo Stan Wawrinka en marzo de 2013.
Hasta entonces, “Stanimal”, había tenido una notable carrera tenística pero muy alejada de la grandeza. Siempre a la sombra del suizo universal, Roger Federer, su palmarés carecía de ningún Grand Slam y encaraba el final de su carrera a los 30 años.
Lo que sucedió a continuación ya es historia viva del mundo del tenis.
En 2014, Wawrinka logró su primer Grand Slam al imponerse en la final del Abierto de Australia a Rafael Nadal. Un año después, repetiría la hazaña en Roland Garros ante Novak Djokovic, a quien vencería de nuevo en la final del US Open en 2016.
En ese momento, Stan Wawrinka era el máximo ganador de Grand Slams en tenis por encima de los 30 años y es el único jugador, junto con Andy Murray, que ha logrado ganar 3 en la era del Big Three (Federer, Nadal y Djokovic).
Por supuesto, sería demasiado fácil atribuir este cambio radical a un simple tatuaje. Desafortunadamente, la vida no es tan sencilla como tatuarse unas letras en el brazo y que mágicamente todo cambie para mejor.
El caso del suizo es paradigmático en este sentido, ya que su vida personal siempre fue muy conflictiva y ha sido uno de los jugadores más fiesteros de todo el circuito.
No en vano, su unión en 2013 con el entrenador y ex-tenista profesional, Magnus Norman fue totalmente decisiva. Norman logró que Wawrinka creyera en lo que tenía tatuado en el brazo.
El éxito no se consigue de la noche a la mañana, ni es un camino de rosas hasta la victoria final.
Él éxito, y en definitiva la vida, es una sucesión de caídas y de errores que, lejos de retrasarte, te acercan cada vez más al premio que buscas.
La historia está repleta de miles de éxitos que sólo se lograron después de innumerables intentos y adversidades. De hecho, prácticamente no existen grandes logros que no hayan venido acompañados de grandes desafíos.
Edison no fracasó 1000 veces en la fabricación de una bombilla, sino que “descubrió 1000 formas de cómo no hacerla” hasta que finalmente lo logró.
Michael Jordan falló más de 9.000 tiros sobre su carrera, incluyendo 26 tiros decisivos, y perdió casi 300 partidos. Sin ese aprendizaje no habría podido ganar 6 anillos de la NBA, siendo el jugador más valorado en todas las finales y sin necesidad de llegar nunca al último partido.
Walt Disney fue despedido de un periódico local porque no tenía imaginación.
Oprah Winfrey lo pasó muy mal en sus comienzos porque no le veían talento para la televisión.
Ninguno de ellos se rindió; ninguno pensó que estaba fracasando, sino que estaban aprendiendo para hacerlo mejor la siguiente vez.
Recuerda que para conseguir lo que nunca has tenido, tendrás que hacer lo que nunca hiciste.
No te estás cayendo, estás aprendiendo a levantarte.
De hecho, si nunca te has caído es porque ni siquiera lo has intentado.
Te leo.
Iñaki Arcocha
P.D: Tatuaje de Wawrinka