Pisa la Línea

Hay un experimento que circula por internet que es fascinante.

En él, se coloca a una simple hormiga sobre una hoja de papel.

La hormiga avanza sin rumbo.

Adelante y atrás.

Izquierda y derecha.

Sin rumbo fijo.

En un momento dado, alguien dibuja un círculo a su alrededor.

Con un rotulador normal y corriente.

Y entonces ocurre algo sorprendente:

la hormiga es incapaz de cruzarlo.

Se encierra en ese límite imaginario.

Y si dibujos círculos cada vez más pequeños,

la hormiga se siente más y más atrapada.

Tú eres esa hormiga.

Yo también.

Y el vecino de enfrente, con sus propios círculos auto impuestos.

Prisiones mentales que nos imponemos a nosotros mismos.

Lo que piensan de nosotros.

Lo que se espera de nosotros.

Lo que nos repetimos cada día.

Miedos.

Dudas.

Inseguridades.

Todo está en nuestra cabeza.

Pero nos condiciona en la realidad.

¿No?

Piensa en las etiquetas que te pones a ti mismo.

“Soy tímido”.

“Soy despistado”.

“Soy aburrido”.

“Soy débil”.

“Soy un fraude”.

¿Cuántas veces te las has repetido hasta hacerlas reales?

Pero no lo son.

No tienen porqué serlo.

Nada está escrito.

No existe el destino manifiesto.

Podemos aprender, mejorar y reinventarnos en cualquier momento de la vida.

¿Piensas lo mismo hoy que hace diez, veinte, treinta años?

Espero sinceramente que la respuesta sea que no.

Y si es que sí, aún estás a tiempo.

¿Sabes lo que le pasó a la hormiga?

Que en un descuido, el círculo se hizo demasiado pequeño.

Y la hormiga lo pisó.

Dándose cuenta de que nada la aprisionaba realmente.

Y desde ese día,

nunca,

jamás,

volvió a sentirse aprisionada por un círculo imaginario.

Ya sólo te toca a ti, pisar la línea.

Para darte cuenta de que nunca estuvo allí.

Te leo.

Iñaki Arcocha

[email protected]

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