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Por qué todos deberíamos ser más como Toñi
Las cosas que aprendemos cuando prestamos atención
Uno de mis mejores amigo se llama Antonio, Toñi para los amigos, y es hombre de pocas palabras. No esperes contarle algo y que te suelte una parrafada interminable. No, te dirá pocas cosas, pero te aseguro que cada una de ellas será realmente importante.
En ese sentido, no nos parecemos demasiado. A mí me gusta hablar bastante, especialmente cuando me preguntan mi opinión sobre cualquier cosa o cuando el tema de conversación está relacionado con algo que me apasiona. No digo que sea malo tener una opinión formada sobre tus intereses, pero sí creo que es una muy buena idea hablar menos y escuchar más.
De hecho, la información más importante y trascendente se revela cuando cierras la boca y abres los oídos. Te sorprendería la cantidad de cosas que puede expresar alguien, con tal de evitar silencios incómodos. Nuestro cerebro no está preparado para el silencio, y con tal de evitarlo, recurre incluso al subconsciente para llenar esos vacíos. Ahí es cuando comienza la verdadera conversación.
El concepto de saber escuchar es una virtud que nos enseñan desde muy pequeños. Nos explican la diferencia entre "oír" y "escuchar", y a medida que crecemos, aprendemos otras ideas similares, como prestar atención o, de manera más técnica, la escucha activa.
En el fondo, todos son el mismo concepto: se trata de aprender a escuchar a los demás para adquirir nuevos conocimientos y comprender mejor a las personas con las que te relacionas.
El principal problema es que nuestro ego nunca descansa y nos engaña de las más diversas maneras. Nos hace simular que escuchamos a nuestro interlocutor, cuando en realidad sólo ganamos tiempo para preparar nuestra respuesta. Seguimos sin escuchar de manera genuina y nos enfocamos únicamente en nosotros mismos.
Los actores, escritores y muchas otras personalidades acostumbradas a dar decenas o centenares de entrevistas coinciden en el mismo punto: es difícil encontrar un entrevistador que realmente sepa escuchar. Cuando eso sucede, el entrevistado se sale siempre del guión que ha repetido miles de veces y comienza a contar las historias que realmente le importan tanto a él como a su audiencia.
No hay sensación peor que estar conversando con alguien y notar que, aunque te mire a los ojos, en realidad no te está prestando atención; simplemente está esperando su turno para seguir con su historia o cualquier otro tema que le interese a él.
Me da mucha lástima por esas personas que no saben escuchar y se pierden una de las mejores experiencias de esta vida, como es tener conversaciones auténticas con la gente que te importa. Y eso nunca sucede si estás más enfocado en lo que tienes que decir que en lo que te quieren contar.
Reconozco que no siempre me gusta lo que me dice Toñi, y no porque carezca de razón, sino precisamente por lo contrario. Tengo la gran suerte de contar con alguien que me dice lo que necesito y merezco escuchar, no lo que mi ego quiere oír.
Si tienes a alguien así en tu vida, puedes sentirte afortunado porque sabes que cuentas con una persona que se interesa de verdad por tu bienestar.
Prueba a escuchar más en la próxima reunión con tus amigos, familiares o en el trabajo. Descubrirás nuevas cosas incluso de aquellos a quienes creías conocer mejor.
Te leo.
Iñaki Arcocha