Puntos Azules o Violetas

¿Qué Eliges Tú?

En 2018, un equipo de psicólogos de la Universidad de Harvard, dirigido por los doctores David Levari y Daniel Gilbert, realizaron un experimento revolucionario.

A los participantes se les mostró una sucesión de mil puntos de colores (azules, violetas y tonos intermedios) en una pantalla.

Su tarea era sencilla: señalar si el punto que aparecía era azul o no.

Fácil.

Inicialmente, la cantidad de puntos azules y violetas era similar,y los participantes no tuvieron ningún problema en diferenciar ambos colores.

Todo cambió cuando los investigadores empezaron a reducir gradualmente la frecuencia de los puntos azules, mientras aumentaban los tonos violetas.

Examen trampa, fueron a cazar como si se tratara de un examen de instituto.

¿Cuál fue la respuesta de los participantes?

Siguieron viendo aproximadamente la misma cantidad de puntos azules que al principio.

Por alguna razón, confundían los tonos de colores cuando inicialmente habían podido diferenciarlos perfectamente.

No tenían un problema de percepción visual, sino de interpretación mental.

Cuando la realidad no coincidía con sus expectativas, la distorsionaban.

No hay más ciego que el que no quiere ver.

Lo más interesante vino en la siguiente fase del experimento, donde se evaluó el efecto en otros contextos.

Esta vez, se mostraron fotografías de rostros expresando distintos grados de amenaza: amabilidad, neutralidad, enfado y no te cruces en mi camino que no respondo de mis actos.

Al igual que en el primer experimento, la reducción gradual de rostros amenazantes, no cambió la percepción de lo que veían los participantes.

Siguieron viendo la misma cantidad de amenazas, ajustando su percepción a la expectativa de ver algo peligroso.

A esta ilusión óptica se la conoce como “efecto del punto azul” y nos afecta mucho más de lo que imaginamos.

Antes, ser víctima de violencia implicaba haber recibido un daño físico.

Hoy, la “violencia” se ha extendido a situaciones incómodas o a la mera presencia de alguien que nos cae mal.

Antes, un trauma implicaba una experiencia tan dura que te impedía tener una vida normal.

Hoy, encontramos supuestas experiencias traumáticas incluso en la cola del supermercado.

Buscamos problemas donde no los hay.

Estoy seguro de que conoces a alguien así.

Alguien que vive en la comodidad, sin mayores problemas, pero que siempre está a la caza de nuevos dramas de los que encariñarse.

Y cuando resuelven uno, buscan otro.

El que busca, siempre encuentra.

A algunos les da por rescatar perros; a otros, por rescatar problemas inexistentes.

Ciertamente, el mundo en el que vivimos tampoco ayuda.

Leer las noticias es un ejercicio de masoquismo como pocos en la historia.

No hay una buena.

El mundo está continuamente al borde del colapso: guerra, crisis económica, políticos lamentables o el eterno cambio climático que promete congelarnos y asarnos al mismo tiempo.

Todo mal y en todas partes.

¿Y sabes qué?

Que vivimos en la mejor época de la Humanidad.

Que disfrutamos de más tiempo de ocio que nunca.

Que trabajamos la mitad de horas que hace un siglo.

Que cualquier Emperador Romano se cambiaría por nosotros sin pestañear.

Y que nuestra vida y la de nuestros familiares, sólo va a ir a mejor.

No busques problemas; ellos ya llegarán solos.

Se saben el camino.

Lo que sí puedes hacer es dejar de ver puntos azules y problemas, para empezar a ver una oportunidad.

La oportunidad de ser un poquito mejor cada día.

Te leo.

Iñaki Arcocha

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