Riesgo y Recompensa

La semana pasada hablé sobre uno de mis placeres culpables: el actor y cómico Jim Carrey.

Y, por aclamación popular, hoy toca otro de mis secretos inconfesables.

Mi admiración por el multifacético, histriónico y genial, Nicolas Kim Coppola, más conocido como Nicolas Cage.

Sí, me encanta Nicolas Cage y me trago todas sus películas cuando las echan en la tele.

Hasta las malas.

Antes de que pulses el botón de desuscribirte, detente un momento y reconóceme que el palmarés de Nicolas Cage no es moco de pavo:

• Óscar al mejor actor por Leaving Las Vegas.

• Globo de oro al mejor actor por Leaving Las Vegas.

• Nominado al Óscar al mejor actor por Adaptation.

• Premio Honorífico en el Festival Internacional de Sitges.

• Estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Si estos logros no te impresionan tanto, dime el nombre de otro actor que haya sabido reinventarse tantas veces como Cage.

Con uno me vale.

Te espero.

No te esfuerces, nadie ha cambiado tantas veces de registro como él.

Pasó de ser un actor cómico y dramático en sus inicios, a héroe de acción en los 90 con cintas míticas como La Roca o Con Air.

Posteriormente, transicionó con éxito al cine independiente, destacando en películas como Joe o Mandy.

Si no has visto estas dos últimas, no sabes lo que te estás perdiendo.

Vale, sí, también hizo las dos de Motorista Fantasma, pero hasta Robert de Niro tiene algún fiasco en su filmografía.

Si no te acuerdas de Mi Abuelo es un Peligro, es porque no la has visto.

Suerte la tuya.

Lo que más me alucina de la carrera de Nicolas Cage no es sólo su versatilidad para tocar todos los registros, sino la valentía que mostró en sus comienzos.

Siendo el sobrino del legendario Francis Ford Coppola, responsable de obras maestras como El Padrino o Apocalypse Now, lo fácil habría sido dejarse llevar por el éxito familiar.

Nada le gusta más a Hollywood que una buena saga familiar.

Pero no, el joven Nic decidió forjar su propio camino, y cambió el apellido Coppola por Cage, en honor al superhéroe Luke Cage y al compositor de música experimental John Cage.

Sus dos pasiones: superhéroes y música, en un sólo apellido.

Además, ninguno de los personajes eran conocidos ni en su casa a la hora de cenar, por lo que la referencia quedaba para él mismo y para sus allegados.

Cage tuvo una visión de los dos caminos que podía tomar su carrera profesional.

En el primero, conservaba su apellido y se le abrían todas las puertas de la industria.

En el segundo, adoptaba el anonimato y descubría hasta dónde llegaba la madriguera de conejo.

No lo dudo ni un segundo, porque sabía perfectamente cuál de los dos caminos le iba a dar más satisfacción en el futuro.

Al tomar esa decisión, no sólo demostró de lo que era capaz, sino que ganó dos regalos adicionales: una identidad propia y libertad.

Nicolas Coppola probablemente hubiera tenido una carrera más fácil y con proyectos más ambiciosos desde el inicio, pero Nicolas Cage fue capaz de reinventarse y tener la libertad de elegir los proyectos que más le apasionaban.

En la vida, todos nos enfrentamos a decisiones similares en cierta medida .

A menudo, las oportunidades se nos presentan disfrazadas de problemas, asustándonos con la incertidumbre, pero tentándonos con su potencial.

Porque todos sabemos que detrás de todo miedo, hay siempre una posibilidad de crecimiento personal.

Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que te pones a prueba.

Me da lástima la gente que se pasa la vida sin tomar riesgos, optando siempre por lo seguro y calculado.

Esas personas nunca llegarán a conocerse a sí mismas ni saber hasta dónde pueden llegar.

Te leo.

Iñaki Arcocha

[email protected]

P.D: El hecho de que llamara a uno de sus hijos, Kal-El, el nombre kriptoniano de Superman, en honor a su pasión por los cómics, fue el factor definitivo de mi devoción por el personaje.

Lo reconozco.

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