Átate al Mástil

Y resiste

A todos nos suena la Guerra de Troya.

El caballo de madera que usaron los griegos para entrar en la fortaleza, Aquiles, Helena…..la película de Brad Pitt etc…

Contada por Homero en La Ilíada y continuada en La Odisea, donde se relata el regreso de Ulises a casa tras la guerra.

Un viaje que debería haber durado unas pocas semanas se extiende por más de diez años.

Dioses caprichosos, monstruos mitológicos y la propia naturaleza humana son los culpables de esta aventura interminable.

Uno de mis momentos favoritos es la del encuentro de Ulises con las sirenas.

A su paso por la isla de la diosa Circe, esta le advierte del canto hipnótico de las sirenas que siempre lleva a la perdición de los marinos que se adentran en sus aguas.

Ulises, preocupado por su tripulación pero incapaz de resistir la curiosidad de escucharlas, toma una decisión arriesgada.

Ordena a sus hombres que se tapen los oídos con cera para protegerse del canto, y él se ata al mástil del barco, prohibiéndoles soltarlo bajo ningún circunstancia.

Cuando el barco pasa junto a las sirenas, el aire se llena de la tentadora melodía.

Los marineros, inmunes gracias a la cera, se resisten sin mayor problema.

Sin embargo, Ulises, grita y se desespera como un loco.

La promesa de sabiduría y conocimiento infinitos le resulta irresistible a nuestro héroe griego.

De no ser por sus hombres, habría sucumbido sin remedio.

De ahí viene la expresión “dejarse llevar por los cantos de sirena”.

El barco finalmente logra escapar a la trampa y continúa con su viaje.

Fuerza de voluntad, disciplina, arrogancia y compromiso.

Todo en el mismo poema maravilloso.

Me quedo con la parte de la fuerza de voluntad.

Solemos entender mal este concepto porque proyectamos nuestras propias debilidades en los demás.

Si no nos gusta ir al gimnasio y conocemos a un amigo que va todos los días, decimos que tiene mucha fuerza de voluntad.

Si somos incapaces de seguir una dieta y veamos a alguien que lo hace sin problemas, lo atribuimos a su fuerza de voluntad.

Si nos sentimos incapaces de ser constantes en el trabajo pero nuestro compañero cumple con todo, pensamos que es por su fuerza de voluntad.

Nos equivocamos al pensar así.

Hacer lo que te gusta no requiere ninguna fuerza de voluntad.

Se llama disfrutar de tus hobbies.

Leer, ir al gimnasio, madrugar o seguir una dieta es fácil si lo disfrutas.

La cosa cambia cuando te enfrentas a lo que no te gusta, a lo que te duele o incomoda.

Los marineros de Ulises no realizaron ningún esfuerzo en resistir a las sirenas.

No las escuchaban.

La fuerza de voluntad real es atarte al mástil.

Es el compromiso contigo mismo de seguir adelante, incluso cuando todo dentro de ti te pide a gritos parar.

Porque, tarde o temprano, las tentaciones llegan.

Siempre aparecerá una excusa, una excepción, una distracción que te empuje a desviarte de tus objetivos.

Por eso es tan importante ser consciente de tus debilidades y protegerte frente a ellas.

La próxima vez que te tengas que hacer algo que no te apetece, ya sabes cuál es el camino:

Planifica, comprométete, y cuando más duro sea… resiste.

Confía en tu tripulación, cierra los oídos a las distracciones y sigue adelante.

No puedo esperar a ver cómo Christopher Nolan adapta La Odisea.

Estoy seguro de que será digno de ver.

Pero tú no necesitas esperar para empezar.

Hazlo hoy.

Átate al mástil.

Y no te rindas.

Te leo.

Iñaki Arcocha

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