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Todos sacamos la lengua de vez en cuando
El increíble poder de la observación
André Agassi y Boris Becker protagonizaron una de las rivalidades más apasionantes de la historia del tenis, sólo eclipsada en su época por el icónico duelo entre Agassi y Pete Sampras.
La competencia con Sampras, sin embargo, siempre estuvo marcada por el respeto mutuo, tanto en la pista como fuera de ella.
La relación con Becker, por otro lado, estaba teñida de una fuerte animadversión que trascendía por mucho el ámbito deportivo.
El episodio de máxima tensión entre ambos, se produjo cuando Becker le lanzó provocadores besos desde la pita a Brooke Shields, casada por aquel entonces con Agassi.
A nivel deportivo, los resultados no fueron favorables a Agassi en el comienzo de su rivalidad con Becker. Agassi, uno de los mejores restadores de la historia, era incapaz de leer el potente e increíblemente variado saque de Becker.
Los tres primeros encuentros entre ambos jugadores resultaron en victorias para Becker, lo que llevó a Agassi a hacer lo que mejor sabía: obsesionarse con su rival. Para los que no hayáis leído su biografía, “Open”, os la recomiendo encarecidamente para entender mejor su relación de amor-odio con el tenis.
Frustrado por su incapacidad para anticipar el saque de su rival, Agassi se recluyó en casa con cintas de vídeo Beta de todos los partidos de Boris Becker.
No saldría de allí hasta conseguir una forma de restar ese saque.
Hablamos de una época anterior a internet, con una calidad de vídeo muy pobre y sin las miles de cámaras que hay en la actualidad. A pesar de estas limitaciones y después de horas de visualización, Agassi finalmente encontró lo que buscaba.
La lengua de Boris Becker fue la respuesta a sus plegarias.
Descubrió que cuando Becker cerraba la boca y no sacaba la lengua, el saque iba casi siempre al centro de la pista, pero si la sacaba, el saque era abierto.
Aquello fue como conseguir un super poder y de hecho, lo más difícil a partir de ese momento fue resistirse a la tentación de usarlo continuamente.
La clave estaba en utilizarlo de manera muy selectiva en los momentos importantes del partido para que Becker no sospechara nada.
El resultado final fue que Agassi solo perdió un partido más contra Becker, y esto ocurrió muchos años después, durante uno de los momentos más difíciles de su carrera.
A nivel global, Agassi terminó dominando en el total de partidos jugados entre ambos con un 14-4 a su favor.
Años después y con la rivalidad enterrada, Agassi le reconoció su secreto a Becker durante la celebración de la Oktoberfest en Munich. Becker casi se cayó de la silla y le devolvió la confesión a Agassi: "¡Después de nuestros partidos, solía decirle a mi esposa que creía que me estabas leyendo la mente!"
En estos tiempos acelerados en los que vivimos, es muy fácil olvidarse del increíble poder de la observación. Un recurso al alcance de todos y que no requiere más que un poco de paciencia e interés.
Observar nuestro entorno y a las personas que nos rodean puede mejorar nuestras habilidades en todos los niveles. No solo nos ayuda a tomar decisiones más acertadas y a no perder tiempo en cosas sin importancia, sino que también es fundamental para relacionarnos mejor con quienes nos rodean.
Y no sólo eso, si te observas a ti mismo, es muy probable que te encuentres cosas que no sabías que estaban ahí.
Todos sacamos la lengua de vez en cuando, lo importante es tener tiempo para reflexionar sobre ello y actuar en consecuencia.
Te leo.
Iñaki Arcocha