Tu Cuarto, Tu Vida

Empieza por Ti

El genial, polémico y multifacético Jordan Peterson es el autor de dos de los libros que más me han hecho reflexionar en los últimos años.

El psicólogo canadiense escribió una especie de manual para la vida entre 12 Reglas para Vivir: Un antídoto contra el caos y su secuela, Más Allá del Orden: Otras 12 Nuevas Reglas para vivir.

Te cuento un secreto.

Personalmente me encanta Peterson y me divierto mucho con sus polémicas en YouTube.

Sin embargo, no logré leer 12 Reglas para Vivir al primer intento.

Tampoco al segundo.

La premisa de “reglas para vivir” se me atragantaba.

Nunca me ha gustado que me digan cómo vivir mi vida, ni mucho menos decirles a los demás cómo vivir la suya.

Por eso, los consejos típicos de autoayuda me suelen dar urticaria.

¿Y qué hago entonces escribiendo estas newsletters?

Buena pregunta.

Me gusta pensar que más que consejos, mis emails son historias divertidas que ayudan a reflexionar.

Y luego, cada cual, que haga lo que considere oportuno.

A la tercera fue la vencida, y por fin logré leer del tirón los dos volúmenes de Peterson.

De todas las lecciones, basadas en su experiencia profesional tratando a centenares de personas, me quedo con una que sobrevuela toda su obra:

Mantén tu cuarto ordenado.

Sí, eso mismo que tu madre y la mía nos han repetido centenares de veces en nuestra adolescencia y que nunca hacíamos demasiado caso.

Puede parecer un consejo muy simple y, en muchas ocasiones, se acusa precisamente a Peterson de banalizar con los grandes problemas existenciales.

¿Podemos arreglar el hambre en el mundo recogiendo nuestro cuarto?

No.

¿Se acabarán las guerras con tan sólo echar la ropa sucia al cesto de lavar?

Tampoco.

Pero desde luego haríamos mucho bien, si en lugar de fijarnos en lo que vemos en los demás, cuidamos lo que hacemos en casa.

Aquello de que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra…..

Puedes empezar por algo muy sencillo: No critiques nunca.

Nunca es nunca.

Dice mucho más de ti de lo que crees y no en el buen sentido.

Y luego puedes seguir con algo más complicado: No juzgues.

Que los demás lo hagan constantemente, no es una buena razón para que tú sigas su mal ejemplo.

Un mal no compensa otro mal.

Hay una razón por la que insistimos en que nuestros hijos recojan los juguetes y aprendan a hacerse la cama.

Esos pequeños gestos, aunque simples, son la base de algo mucho más importante: la responsabilidad y el carácter.

Son mucho más que acciones cotidianas porque reflejan quiénes somos y cómo decidimos presentarnos al mundo.

Antes de arreglar las vidas ajenas y decirles lo que tienen que hacer, empieza por ti mismo.

Haz autocrítica.

Preocúpate por tus asuntos.

Deja a los demás vivir su vida.

En definitiva…..ordena tu cuarto y deja que los demás encuentren su camino.

Te leo.

Iñaki Arcocha

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